¡Viva el Papa!
Reflexión sobre el año 2005 que termina
En la Ultima Cena, después de tres años de convivencia, en un clima de despedida y de ternura, Jesús hace a sus discípulos una promesa conmovedora: "no os dejaré huérfanos" (Jn 14,18).
Palabras que encierran un misterio sobrenatural.
Huérfano es quien al no tener padres, carece de familia.
Así, con esas palabras, Jesús está prometiendo a los apóstoles una familia maravillosa.
Hasta ese momento, lo había sido todo para sus discípulos: un maestro, un padre, un hermano, un amigo. Ahora se va al Padre, pero no los deja solos.
Se queda “escondido” en la Eucaristía.
Además, nos envía desde el Padre al Espíritu Santo.
Ambos nos hacen hijos de Dios.
Y, al hacernos hijos, nos hacen miembros de la mejor de las familias, la familia de Dios.
Efectivamente cumplió. No nos deja huérfanos porque nos da una familia –la Iglesia– de la que Él es la cabeza y el Espíritu Santo, el alma. La familia de los hijos de Dios.
Y para que la familia esté completa en la tierra le da un padre: ¡el Papa! (que significa "papá"). Quién lo representa en la tierra. Su persona. Su cariño. Su autoridad.
Este año 2005 Dios nos ha hecho vivir una experiencia espiritual muy intensa de la realidad familiar de la Iglesia.
La agonía de Juan Pablo II.
Todos los hijos e hijas de la Iglesia, en todo el mundo, reunidos en torno a su Padre agonizante. Unidos en la oración. Unidos en el amor. Todos con la mirada y el corazón en Roma. Acompañándolo en su entrada en la casa del Padre. ¡Qué experiencia de unidad más enriquecedora! ¡Qué gracia imponente!
Y en los funerales de Juan Pablo II, al ver el amor del concelebrante principal, el pensamiento de muchos –de muchísimos– fue "aquí tenemos el nuevo Papa", "éste es el Papa". Y, de hecho, el Espíritu Santo en el Cónclave eligió, al que ya había puesto en el corazón de todos: Benedicto XVI.
Y a los pocos meses ¡la Primera Jornada Mundial de la Juventud de Benedicto XVI!
¡Cuántas expectativas!
En el colegio, estuvimos felizmente representados por las de 3° de Polimodal. ¡Qué viaje de egresadas! ¡Con un Papa alemán en Alemania! ¡Otra experiencia de unidad!
El Papa, mucho más que un líder, un personaje, un referente moral… ¡un padre!
2005. Dos Papas. Dos regalos de Dios. Tan padres. Tan distintos por fuera y tan iguales en su misión. Detrás de sus diferencias personales, vemos a Cristo, que una vez más –como siempre– ha cumplido: no nos ha dejado huérfanos.
Y con San Josemaría, también nosotros podemos decir: "Gracias, Dios mío, por el amor al Papa que has puesto en mi corazón" (Camino 537).
P. Eduardo M. Volpacchio
capellania@colegioelbuenayre.edu.ar
Artículo publicado en el Anuario del Colegio El Buen Ayre 2005